 Finalmente, la administración Trump ha aclarado cómo planea aliviar las restricciones a las empresas estadounidenses que comercian con Huawei, medida que fue anunciada por el presidente Trump en la Cumbre del G20 celebrada en Japón. Los funcionarios dijeron que el gigante tecnológico chino permanecería en la Lista de Entidades, pero que las licencias para comerciar con la empresa se emitirían en determinadas circunstancias. Huawei fue colocado en la Lista de Entidades en mayo, lo que significa que las empresas estadounidenses no pueden vender tecnología a la compañía sin la aprobación del gobierno.
En un discurso pronunciado a mediados de semana, del que se hace eco el New York Times, el Secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, dijo que su departamento “emitirá licencias donde no haya amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos”. Sin embargo, aclaró que “Huawei sigue en la Lista de Entidades”, y el anuncio no cambia el alcance de los elementos que requieren licencias.
En otro evento, citado por el Financial Times, el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Larry Kudlow, dijo que Estados Unidos había “abierto la puerta, relajado un poco los requisitos de licencia del Departamento de Comercio”. Añadió que el gobierno de Estados Unidos no comprará piezas de Huawei, pero se permitiría la venta de componentes críticos no de seguridad, según Reuters. Sin embargo, Kudlow también añadió que la intención era sólo relajar los requisitos “por un período de tiempo limitado”, creando la posibilidad de que las restricciones pudieran ser reimpuestas si las conversaciones comerciales flaquean.
Estas declaraciones añaden cierta claridad a los comentarios del presidente Trump después de su reunión con el presidente chino Xi Jinping el mes pasado. En la misma reunión, Trump también dijo que los dos países reanudarían sus conversaciones comerciales y que la implementación de aranceles adicionales había sido pausada. El anuncio creó la incómoda implicación (que también se observa en otros discursos de Trump) de que la prohibición de Huawei ha sido motivada más por la disputa comercial en curso que por las preocupaciones de seguridad nacional, un punto que se ha sospechado desde un principio. Y es que seamos claros, si realmente es un “serio problema” de seguridad nacional no hay “alivio” que valga, ¿o es que la seguridad nacional depende de unas conversaciones y acuerdos comerciales?
Todavía quedan dudas sobre qué componentes o tecnología plantean preocupaciones de seguridad nacional y cuáles no. Por ejemplo, ¿es un problema proporcionar una licencia para usar un sistema operativo como Android? Google es una de las empresas de más alto perfil en tener lazos con Huawei, y la pérdida de Android es un golpe significativo a las ambiciones de teléfonos inteligentes de Huawei fuera de China, pero, y dado que Android se desarrolla en los EEUU (y por mucho que posteriormente Huawei añada sus “capas”), ¿no es más lógico pensar incluso que el riesgo en seguridad es mayor para otros países que para los EEUU?. Junto con Google, el diseñador de chips ARM también ha cortado lazos, forzando a hacerlo además a empresas de otros países, y no está claro si esta relación estaría permitida bajo las nuevas reglas.
Tras todo este “movimiento de relajación” queda además el tema económico en cuanto a hasta qué punto las propias empresas estadounidenses se ven afectadas (y mucho) por la prohibición, y cual es su postura en este asunto.
Según informes facilitados por Reuters, empresas estadounidenses como Intel y Qualcomm (sin olvidar a Google, ya que no se puede dejar de lado el dato de que Huawei es el segundo fabricante mundial de teléfonos inteligentes y el segundo cliente en volumen de Google) han estado presionando en silencio para que el gobierno de los Estados Unidos flexibilizara las restricciones impuestas a las empresas que venden a Huawei. Han afirmado que los productos de consumo como los teléfonos inteligentes y los servidores informáticos no presentan problemas de seguridad de la misma manera que la infraestructura de equipos críticos, y por lo tanto no es lógico meterlos “en el mismo saco”. Según estos informes, Huawei pagó en 2018 hasta 11.000 millones de dólares a proveedores de componentes estadounidenses, cifra nada desdeñable.
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