Desde la presentación de Microsoft Edge para Windows 7, esta versión ya tenía establecida la “fecha de caducidad”, tan y como indica la documentación publicada en learn.microsoft, que cice lo siguiente:
“Seguiremos ofreciendo soporte para Microsoft Edge en Windows 7 y Windows Server 2008 R2 hasta el 15 de enero de 2023. Estos sistemas operativos ya no cuentan con soporte y Microsoft recomienda pasar a un sistema operativo con soporte, como Windows 10”.
El problema que se le plantea a Microsoft es que, a pesar de todo el empeño puesto en que los usuarios actualicen sus ordenadores, como mínimo a Windows 10, la realidad es que la cuota de participación de Windows 7 según los datos facilitados por netmarketshare.com, en octubre Windows es del 7.49%, lo que en la práctica suponen muchos millones de ordenadores en todo el mundo.
No es desde luego una decisión fácil dejar a todo este enorme parque de ordenadores (en la misma fecha el parque de ordenadores con Linux en todas sus “distro” se estima en un 2.28%) sin soporte y prácticamente desprotegidos, sobre todo teniendo en cuenta que Windows 11 no termina de “cuajar” (y mucho menos en empresas), y que son muchas las que adaptar sus programas a Windows 10 les supondría un muy alto desembolso (cabe señalar que, a pesar del tiempo transcurrido desde que Windows XP dejó de recibir soporte, aun son muchos los centros oficiales que utilizan ordenadores basados en dicha versión de Windows).
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