Bastante mal ha terminado el año 2024 para los planes de Microsoft con respecto a su sistema operativo, y es que, a pesar de estar previsto (y muy anunciado) que Windows 10 quede sin soporte a partir del 14 de octubre de 2025 (ese día, martes, recibiría su última actualización de seguridad), dicha versión aun conserva, según los datos de diciembre, el 62.73% del mercado de ordenadores con Windows, y no solo es esto, es que además entre noviembre y diciembre su uso ha subido nada menos que un 1.76%, cifra que en la práctica supone muchos millones de ordenadores.
Además, al que se suponía su “brillante” sucesor, Windows 11, no le esté yendo nada bien, con serios problemas de implantación, ya que en el mismo periodo no solo no ha aumentado su participación, lo que dentro de ser grave no lo sería tanto, sino que es que, además, ha perdido nada menos que un 1.45% con respecto a las cifras de octubre.
Dicho esto, y teniendo en cuenta que el cómputo total a un año de Windows 10 ha perdido solo un 4.73%, lo que supone un 0.40% mensual, para llegar a la cifra mágica del 40% de implantación, necesitaría nada menos que 57 meses. Dicho de otro modo, para llegar a ese 40% necesitaría descender durante estos 10 meses a un ritmo sostenido del 2.28%, una cifra muy alejada de la realidad, al menos en estos momentos.
Parte de la culpa de esto se ha achacado a los altos requerimientos en materia de seguridad de Windows 11 (placa base con firmware UEFI y Secure Boot y soporte para TPM 2.0), pero lo cierto es que estos requerimientos son obligatorios para todas las placas base vendidas en Europa desde 2016 (si bien en cuanto a TPM 2.0 solo llevaban el puerto, no así los portátiles, que lo llevaban incluidos en la placa base), y no solo esto, es que los procesadores Intel lo llevan incorporado en el procesador desde 2017, con la llegada de la 8ª serie de procesadores Intel Core (todos los iX 8XXX), es decir, que todos los ordenadores vendidos desde 2017 soportarían sin ningún problema ni necesidad de actualización (salvo los que tengan menos de 4GB de RAM) Windows 11.
Pero no solo es esto, es que, además, en un importante número de ordenadores vendidos desde la salida de Windows 11, ya con dicha versión de Windows preinstalada, esta se ha desinstalado, volviendo a instalar en ello Windows 10. Y hay que añadir a todo esto que la actualización a Windows 11 desde Windows 10 es totalmente gratuita.
Dicho todo esto, ahora le toca a Microsoft “mover ficha” y a ver qué solución ofrece a estos muchos millones de usuarios (centenares de millones), porque la de dejarles sin soporte de aquí a 10 meses no es desde luego una buena solución para nadie. Habrá que estar muy atentos a como evoluciona la participación, tanto de Windows 10 como de Windows 11, durante los próximos meses, pero ya adelantamos que mucho (muchísimo) tienen que cambiar las cosas para que la participación de Windows 10 llegue al menos a un punto en el que resulte medianamente admisible esta “desconexión”, que, desde luego, sería impensable con una participación superior al 40%.
NOTA: la fuente se refiere a la de los datos de participación de Windows.
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