Sobre las 12:35, hora local, del día 28/4/25 se ha producido en prácticamente toda España y Portugal, un apagón que ha durado en algunas zonas hasta altas horas de la madrugada del día siguiente (en algunos casos hasta pasadas las 3 de la madrugada), con unas consecuencias realmente graves a todos los niveles, y pérdidas que ya se cuantificarán, pero que es seguro que serán multimillonarias.
Nosotros vamos a centrarnos en otro "apagón", que también ha ocurrido (aunque los medios han pasado muy por lo alto), y que no ha sido otro que el apagón de los servicios de telefonía y acceso a Internet. ¿Y por qué ha ocurrido esto? Pues es fácil de entender, aunque a veces se olvide, porque todo el sistema de comunicaciones funciona con electricidad. No solo los centros de datos y de telefonía, sino también esas torres repetidoras que vemos en el campo o encima de algunos edificios necesitan de la electricidad para funcionar, ya que sin ella no son más que eso, torres con unos aparatos encima.
Pero de este apagón también puede salir algo útil, aunque lo olvidemos en poco tiempo, que se puede resumir en unos cuantos puntos:
• Las redes, tanto eléctricas como de telefonía, son muy vulnerables. Una cosa es transformar otras energías en energía eléctrica utilizable y otra muy distinta garantizar el suministro de dicha energía eléctrica a los consumidores, y una cosa es poseer o guardar una información y otra asegurarse de que esta pueda llegar al público.
• No podemos dar siempre por sentado servicios como la electricidad, el suministro de agua (que, la mayoría de las veces, sobre todo en edificios altos, también funciona con bombas eléctricas) o la conexión telefónica (Internet incluido), porque en un momento dado pueden fallar, produciendo un efecto domino.
• Tenemos una excesiva dependencia de las redes, tanto eléctricas como de comunicación móvil.
• A pesar de lo que se diga y de lo moderno que pueda quedar pagar siempre con tarjeta (y si es con el móvil o con el Smartwatch más moderno aun), el dinero físico es imprescindible, porque no hay una garantía de que podamos utilizar la tarjeta para pagar (y ojo, que ante un corte de electricidad los cajeros, evidentemente, tampoco funcionan).
• Algunos habrán descubierto, quizás por primera vez, que hay vida más allá del móvil, que se puede salir con amigos, sentarse o pasear, y hablar o divertirse.
• Los comercios, al menos los considerados como de primera necesidad (supermercados, farmacias y demás) tienen que estar más preparados ante eventualidades de este tipo (y, desde luego, existen medios para estarlo). No puede ser que vayas a un supermercado a comprar comida y te digan que no puedes porque no les funciona la caja para cobrarte.
• Los servicios de iluminación públicos (incluidos semáforos) deberían de contar con una red de respaldo, independiente de la general y con generadores propios, para seguir funcionando. Una ciudad no se puede quedar totalmente a oscuras y sin señalización para el tráfico si se corta el suministro eléctrico. Y esto es extensible a las torres repetidoras de telefonía, aunque en este caso se limite la velocidad, pero que al menos permita llamadas, sobre todo de emergencia.
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