Las impresoras, como cualquier cosa, se pueden estropear, y ya no solo es un tema de la tan cacareada “obsolescencia programada”, sino, simplemente, que se trata de un producto que puede parecer simple en sus funciones, pero que es bastante complejo, con componentes electrónicos, mecánicas móviles y conexiones a complementos, todos ellos susceptibles de estropearse con el paso del tiempo y el uso (algunos se estropean precisamente por lo contrario, por no usarlos). |